Wednesday, October 27, 2004

Este es el lugar...

Aqui concibo la mayoria de mis creaciones literarias...en mi lugar de trabajo...a ver si no me corren por ésto, de por si que ya estoy sentenciado...






Y aquí vivo aún...mientras mi mamá no me corra...




Tuesday, October 26, 2004

Imagen de otoño

Mirar rumbo a la madrugada sin fronteras,
a las estatuas que unen
astillas del sueño en cada islote nocturno.

Avispas donde el vértigo de una rosa
atraviesa menguantes diáfanos,
el cautiverio de hojas sonámbulas
donde la aurora agrede
a los astros que son mares-desiertos-planicies.

¿Cómo explicar las sombras que añaden
grietas a un volcán de rubor gris,
cráteres que descubren una guitarra fría
y su inmensidad sin movimiento?

Llaves que en la oscuridad
duelen y señalan ausencias de horizontes,
sueños que franquean rostros de aserrín
en la inconciencia de una rama.

Friday, October 22, 2004

The dark side of the moon...

Has escuchado alguna vez el Dark side of the moon de Pink Floyd?



Wednesday, October 20, 2004

ENTRE TU BOCA Y MI DESEO

Por Luis Enrique Prieto


En el desierto,

tendré que hablarte en el desierto

vestido de púrpuras y soles.



Cuando caiga la luna

acaparando las estrellas que dejaste

para no mancharte de deseos

se abrirán los pozos infinitos

donde moran misterios insondables.



Y el desierto

se vestirá entonces de lujuria

con polainas pintadas de colores

en un afán de luces soñadoras

que reflejan ansias insumisas:

amores de frágiles deshielos,

besos de nubes-algodones,

clandestinas miradas humeantes,

goces de risas asombradas,

gestos melodiosos...



Todo el universo

volará entre tu boca y mi deseo

como un cometa decidido

que fuera perdiendo soledades.

Recogeré fragmentos infinitos

de lágrimas dispersas

con que regar mi desierto cotidiano

de arenas y de dunas.



Entre tu boca y mi deseo

pariré mil sueños vagabundos.



Luis E. Prieto

23-1-2002

Tuesday, October 19, 2004

Ojos y labios

Tus ojos son la acidez de las lluvias
cuando sus arcas resguardan los crepúsculos
sembrados en tus zonas erógenas.
Fuentes donde se adhiere a la epidermis
un olor a insecto, diafragmas de tardes por venir
con briznas de esperma bajo las faldas.

Que decir si existieran alternancias hirientes
por obra de tus demonios internos
(porque a veces nuestras voces invocan
relojes de arena cuando otras noches amanecen de súbito
y dilapidan en el viento la hojarasca de otros ojos).
El llanto resulta imprescindible
cuando el sol y la luna se alían
en un contubernio extraño, unos labios
que son dueños de una viscosidad impenetrable.

Tus ojos son la perversión de los árboles, del arco iris
que corroe la luz del jardín
que atesora tu memoria cuando se escabulle
y forma vacíos con la complicidad del agua.

Wednesday, October 13, 2004

LLUEVEN OTOÑOS

Por Luis Enrique Prieto

(Dedicado)

Llueven otoños en estos roquedales de caminos y flores que se van
marchitando de frío y verde.

Sé que volverán las cigüeñas a recoger sus alas en los campanarios
prominentes del futuro, que las avutardas repicarán sus cantos de
reencuentro, que se vestirán de sombras los pinos esperando el sueño
de las procesionarias convertidas en capullos de tierra.

Pero llueve...

El arco del cielo
va derramando lágrimas tenaces
en el claro-oscuro
de la nostalgia.

Un silencio de luna
se me sube a la garganta gris
mientras llora el delirio de la noche:
miel y roca
en los labios que desvelan
soledades en rojo.

He intentado acercarme a tu silencio ausente. Toqué las teclas negras
de tu piano sin músicas. Quise aproximarme al hueco impredecible de
tus ausencias, al dolor que intuyo tras tus ojos cansados de tanto
mirar misterios insolubles. Rocé tu adiós con timidez de pájaro
herido, y tu soledad desde el recuerdo cálido.

Pero llueve... y ya no hay más que barrancos baldíos en los antiguos
cortados de mares que abrazaban los nidos de las gaviotas y el
despertar del faro vigía.
Y ni siquiera esta lluvia de Otoño, monótona y necesaria, sirve ya
para recorrer avenidas de sueños y nieblas.

Llueven otoños
con la insatisfacción de un viento
que va barriendo caricias lejanas.

Un epitafio dulce,
que nadie escribió nunca,
salpica la voz
que nunca nadie dijo:
vuelve...
vendrán otras luciérnagas
a iluminar caricias y sorpresas.


Luis E. Prieto
Octubre-04

Tuesday, October 05, 2004

La rosa de los vientos

Crecí en el vientre de una mujer
extasiada por las travesías a mar abierto.
Estaños de luz cruzaban la circuncisión del horizonte,
el punto de quiebre adherido a los murmullos de las olas.

Su cabello era el dique del crepúsculo
donde migraciones de gaviotas labraron mi nombre en sábilas
al azar; sus hombros fueron el soporte y timón de los que sucumbieron a
[marabuntas inmensas,
a archipiélagos con antecedentes de valentía y heroísmo.
Quizá señaló con cruces de sal
los puntos de inflexión cuando la ventisca orientaba su vaivén
hacia golfos ocultos, donde sus senos escanciaban corales
desde una bóveda construida entre las playas.

Era mi madre un presagio sobre las letanías del atardecer,
entre aves sacudiéndose los días sobre bitácoras y mástiles
cuando invocaban al alba en el centro inercial de las espumas.
Era un arquetipo en lontananza, una herida donde lo inevitablemente azul
brillaba con la intensidad de lo ya olvidado.